
Y al final de todas las cosas, se puede decir que “ha terminado”. Que la historia ha acabado. Nadie sabría decir si con un final feliz o triste, ni siquiera indiferente. Solo sabemos que finalmente las puertas se han cerrado a nuestras espaldas y que el camino se ha bifurcado para enseñarnos las nuevas que están por venir. Algunas ya se han abierto, otras no, y las que faltan, quizá nunca lo hagan.
Se ha marcado el fin de una era, el fin de toda la esperanza, de todo un camino lleno de canciones, de historias, de recuerdos… y se ha cerrado con candado. Pero no por ello hay que olvidarlo, extrañarlo o guardarlo rencor, simplemente estuvo ahí, formando parte de un todo. Ahora toca mirar al frente y caminar.
Sea por donde sea donde nos guíen nuestros pasos, al final del camino encontraremos todas las historias metidas en cajitas y cada una con un nombre, algunas más pequeñas, otras más grandes… pero siempre habrá un lugar para cada una ellas al final de ese camino. Cuando crucemos la última puerta, nos llevaremos una con nosotros, y será la que nos acompañe el resto de nuestras vidas.
Con ella fundaremos nuestra eternidad, porque será la que realmente deseemos.
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