Incapaz de sentir, pero añorando el amor. Aquí se encuentran los restos de lo que una vez fue un cuerpo, trocitos de alma fragmentada.
Tiembla con cada brisa, vibra con el frio, llora con las escenas de amor.
Con alas marchistas, incapaz de echar a volar, coja y a la vez deambulante; espera la última razón que le haga alejarse de esta vida, pues ya perdió la esperanza de dar con la que le ate a la tierra.
Vive por vivir, sin saber qué decidir, flota en el aire de la realidad dejándose mecer por el miedo colindante.
Ahogada en los defectos, comiendo de los pecados, sin dejar huella pero aromatizando las calles que deja a su paso, con un olor frio, amargo, húmedo, continua respirando.
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